Lo que sufre Vinicius por esos campos, cuando juega fuera de casa, es un "bullying" de libro, y sus lágrimas del día previo al partido que jugaron en el Bernabéu las selecciones de España y Brasil, eran las lágrimas de dolor e impotencia del que en la escuela o en el trabajo lo padece. Eso es así, y señala como culpables a las turbas de descerebrados que, siendo minoría en todos los estadios, acuden al fútbol, ese deporte maravilloso, a ensuciarlo con su desgraciada manera de verter sobre él sus frustraciones, la principal de ellas, por cierto, la de tener un cerebro que no les alcanza para maldita la cosa.
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