El Gobierno está empeñado, desde que hace ya unos días el presidente nos dijo que se quedaba, en llevarse la contraria o engañarnos a todos. Sánchez decidió que merecía la pena quedarse porque España necesitaba una regeneración democrática y que ésta pasaba por mantener a raya a jueces y periodistas. Las razones esgrimidas en su carta a los ciudadanos eran sin embargo personales. Eso no impidió, al estilo Sánchez, que en su alocución sin periodistas cambiara absolutamente los motivos de sus cinco días de reflexión. Ya no tenía nada que ver lo mal que lo estaba pasando el matrimonio Sánchez-Gómez, agobiado por las informaciones publicadas de una presunta corrupción o conflicto de intereses de la mujer del presidente o la admisión a trámite de una querella contra Begoña Gómez. Así que, ante este nuevo cambio de guion, el líder de la oposición entendió que por lo visto y escuchado ese día y los siguientes, más que de regeneración deberíamos hablar de degeneración. Y realmente el Gobierno se empeña en darle la razón.
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